domingo, 9 de abril de 2017

DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL PREMIO “AMAUTA DE LA ARTESANIA PERUANA 2016.”


Señora Directora General de Artesanía del Mincetur, Josefa Nolte.
Señora Directora de Capac Ñan del Ministerio de Cultura, Soledad Mujica.
Estimados amigos, parientes, colegas y discípulos, es para mi motivo de honda satisfacción el recibir este premio que corona una vida entera dedicada al arte y a la artesanía del humilde oficio de barro cocido, esmaltado y decorado. Fue mi padre, distinguido intelectual y artista, quien indujo a sus hijos por los caminos del arte y el amor por nuestra cultura nativa, poniéndonos en contacto con sus amigos artesanos y enseñándonos a modelar con arcilla. 
Nunca pensé que llegaría tan lejos mi fascinación por la arcilla y el modelado al haber visto a un ceramista nativo de Raqchi hacer un pequeño aríbalo de rollos de arcilla ante mis atónitos ojos en el Festival Inkari de 1970 o el haber observado al maestro Amauta Edilberto Mérida modelando un hombrecillo al que con un brusco apretón le confirió una actitud dramática en medio de una lectura de poemas alusivos a la cerámica, en el Instituto Americano de Arte del Cusco.
En mis años de adolescente estudié en la Escuela de Bellas Artes del Cusco y participé en una exposición colectiva en 1972, desde entonces estuve ligado al quehacer creativo en el dibujo, la pintura, la escultura y la cerámica. Todo se completó cuando conocí la magia del vidriado en el taller del Amauta Ing. Carlos Ruiz Caro, mis preferencias artísticas y tecnológicas se volcaron hacia la cerámica. Mi padre consideró que yo debía seguir una carrera universitaria pues mi vida de artista sería muy dificultosa y pasaría etapas de escases y pobreza, agravadas por la bohemia. Por lo que ingresé en la universidad y estudié Ingeniería Química, mi afición por la arcilla me llevó a diseñar una pequeña planta para cerámica, que fue mi tesis de grado y el proyecto que ganó una subvención de Concytec, así pude trabajar un tiempo en la Universidad, pero los políticos destinaron los fondos a  otros fines y tuve que dejar. Indignados por esos hechos los directivos de Concytec me dieron una subvención al desarrollo y trabajé mis primeros morteros, crisoles y refractarios de gres y porcelana para laboratorio que exhibí en la Tercera Feria Nacional de Ciencia y Tecnología en Lima. Un tiempo después, en 1993, gané por concurso una beca integral al Japón, para estudiar Cerámica y construcción de hornos de alta temperatura, ya a mi vuelta, trabajamos en el SENATI con mi esposa Ana María Enciso Coronado, recorrimos el país enseñando y capacitando. Al volver a Cusco instalé el taller Escuela Inca, en 1995. Entonces pude volver a mi vieja afición por el arte y la artesanía cerámica investigué con mis colegas y estudiantes formulaciones de pastas cerámicas, esmaltes y engobes, construimos un horno catenario para alta temperatura. Desde 1992 me interesé por la cerámica vidriada de tipo colonial, investigué su historia, tecnología e iconografía;  con los años, se convirtió en una copiosa tesis que envié al concurso de Tenerife España y gané ese premio internacional en el 2006, desde ese momento, me vi colmado de reconocimientos como la medalla de la Asociación de Artistas Plásticos; el premio Khipukamayoq de la Corporación Khipu, la Medalla Joaquín López Antay del Congreso de la República 2015, Medalla Personalidad Meritoria de la Cultura 2016 del Ministerio de Cultura y ahora esta presea tan esperada que corona mis aspiraciones. 
El Amauta era el filósofo creador, el maestro que cultivaba el intelecto, las capacidades y aptitudes de las juventudes incaicas. Es un alto honor llevar este distintivo y lo recibo como homenaje a la memoria de mis ilustres padres y maestros, y como ofrenda a mi tierra el Cusco, a mis paisanos, colegas y discípulos.
Lima, 30 de marzo de 2017
Julio Antonio Gutiérrez Samanez.(KUTIRY)

No hay comentarios:

Publicar un comentario